Tres soles en casa para despertar

Hoy un buen amigo me ha dicho que es posible que su mujer este preñada y eso me ha echo recordar. No cuando yo estaba en su situación. Porque para el que no sepa, en menos de dos años yo he pasado por una situación parecida dos veces. DOS VECES. A la primera situación le pusimos Dani y a la segunda Cristian, y los dos están roncando en la habitación de al lado. Y digo que no me recuerda a ese momento porque, mientras esperaba al resultado del
primer predictor, entré en una especie de estado catatónico del que sólo desperté la primera vez que escuche el llanto de mi primer hijo y eso me hizo volver a caer otra vez en el mismo estado y casi no despertar hasta que no los he tenido, algo más de tres años después, a los dos encima de mis costillas, dándome palmadas en la cara y riendo a mandíbula batiente como si no hubiera mañana. 

Casi no me había dado cuenta de que tengo en casa a dos soles, terroristas a veces, pero soles al fin y al cabo, que me alegran cualquier día por malo que se presente, (y créanme cuando digo que los tengo malos de verdad), que dan sentido a mi vida y que haría cualquier cosa por ellos. Junto a ellos, roncando también aunque no lo quiera reconocer, a su madre que me pone los pies en la tierra y me tira de las orejas las pocas veces que se me olvida cuales son mis prioridades. A ella le debo los dos luceros que dan sentido a TODO. 

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