Vaya madrugón 31/01/13

Abres el grifo por la mañana, a horas poco menos que obscenas. Y claro, no te acuerdas que ese agua viene de un deposito a 20 metros de altura y que se rellena cada poco del pozo más frío que hay en toda la redonda. Eso unido a temperatura que hace en el más que minúsculo pasillo que hay entre la atmósfera de calidez de tu habitación y el gélido cuarto de baño, y que aún estás medio adormilado-medio despierto. Notas como el agua te corta la cara, y casi como un resorte inspiras como si te fuera la vida en ello, te pones de puntillas, te dan vueltas los ojos casi como si quisieras mirarte por dentro y das un paso atrás. Lo justo para darte con la percha de la toalla en la cabeza.

No quieres hacer más ruido del que ya has echo, así que intentas taparte la boca, que como si tuviera vida propia solo le salen palabrotas que no sabías ni que existían, y con la otra intentas alcanzar la toalla . La que hace tres segundos estaba detrás de tí, pero la muy vengativa se ha caído al suelo y se te ha liado en los pies.

ASÍ QUIEN NO SE ESPABILA POR LA MAÑANA.

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